Un día de septiembre de 2013 la vida de Margarita cambiaría para siempre. La cirrosis que le habían diagnosticado seis años atrás había avanzado y generado un carcinoma de tamaño importante. Solo un trasplante podría salvarla, pero no había gran información al respecto y sí muchos mitos y datos poco optimistas. 

Por recomendación de su gastroenteróloga, llegó al Hospital General de México, donde fue trasplantada el 12 de diciembre. Por complicaciones de la cirugía y neumonía, Margarita pasó casi cuatro meses en el hospital, tiempo en que su familia veía a otras personas sufrir no solo por la situación de salud de su familiar, también por la carencia de recursos para sobrellevar una situación tan complicada. Ahí surgió la idea de ayudar a pacientes en situación vulnerable que necesitaran de un trasplante; primero por agradecimiento y luego como una promesa si Margarita salía bien el Hospital. 

Margarita se recuperó y salió del hospital, sin embargo, Moy, uno de los cuatro hijos de Margarita sería diagnosticado con cirrosis y nuevamente, solo un trasplante era la opción. Moy intentó equivocadamente con otras alternativas que le prometía sanar sin el trasplante. Eso lo llevo a un estado más complicado y finalmente lo trasplantaron en julio de 2015, pero lamentablemente no sobrevivió. Es entonces que lo que se llamaría Fundación Margarita, se convirtió en Fundación Margarita y Moy.